martes, 10 de diciembre de 2013

THE GOOD SHEPHERD. (El buen pastor).






     Como bien dijo el poeta británico Alexander Pope, allá por el lejano -ya veremos si tanto- siglo XVIII, rectificar es de sabios, aunque hay que añadir que la frase completa fue: "errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios". Pues algo de rectificación tienen las palabras que siguen.
     Algunos lectores del blog sabrán, y para los que no lo sepan se lo cuento, que hace un tiempo escribí dos artículos cuyo protagonista principal era uno de los jefes más importantes que la Mafia había tenido en EE.UU: Sam Giancana. En estos artículos quedaba bastante patente la idea de que, poco menos, la Mafia italiana controlaba, o al menos jugueteaba de igual a igual, con las instituciones del país de las oportunidades.
Pues bien, la película a comentar; The Good Shepherd, 2006, desmiente con todo rigor esta peregrina idea que el hermano de Sam Giancana dejaba caer en el libro que escribió, y que fue el inspirador de los citados artículos titulados "El mundo es de los Chicos".
     Siento queridos lectores, destripar una escena de la película, pero ustedes disfrutarán igualmente el film, y yo demostraré lo que estoy diciendo, además de que reproducir las palabras entre el oficial del contraespionaje de la CIA, Edward Wilson - interpretado por un convincente Matt Damon- y un jefe mafioso italoamericano -Joe Pesci, que aunque no se dé su nombre, bien podría estar poniéndose en el pellejo del viejo psicópata Sam- , adornará mi artículo. Lo que sigue es una de mis escenas favoritas de la película:

Joe Pesci: "Siempre me he preguntado una cosa, los italianos tenemos la familia y la Iglesia, los judíos tienen su tradición, hasta los negros tienen su música, pero ustedes, ¿qué tienen ustedes?"
 Al decir ustedes, el personaje se está refiriendo a los conocidos como WASP -blancos, anglo-sajones, protestantes, en sus siglas en inglés-.
A lo que el espía de la CIA le responde: "Nosotros... nosotros tenemos los Estados Unidos de América".
No se preocupen, en esa misma escena hay por lo menos, otra joya como esa.
     
     Ocupándonos más en concreto de la película, y admitiendo que soy muy aficionado al cine de espías y alrededores, diré que esta cinta me gusta especialmente, porque la verosimilitud que consiguió plasmar su director, Robert de Niro, es difícilmente mejorable, al menos en tres cuartas partes de la película.

     En su primera parte somos testigos de cómo se formó la agencia nacional de espionaje más potente del siglo XX -el Mossad israelí la ha adelantado en el XXI- la CIA  o Agencia Central de Inteligencia, a partir de la OSS, Oficina de servicios estratégicos, que fue clave en la segunda guerra mundial, y de cómo la mayoría de sus entonces escasos miembros  provenían de la prestigiosa Universidad de Yale -donde nuestro protagonista, creado a partir de la vida del que fue jefe de Contraespionaje, James Angleton, estudia literatura inglesa-, y más en concreto, de la hermandad secreta de dicha Universidad: "Skull and Bones".  Durante este recorrido vamos asistiendo a la paralela formación y crecimiento tanto de Edward Wilson como de la propia CIA, a través de muy logradas y creíbles escenas.

     La parte central de la película narra el advenimiento del enemigo soviético, y la lucha entre capitalismo y comunismo, en general, y la de nuestro protagonista con su alter ego del KGB, en particular. Dedicándole especial atención a la famosa y fallida invasión de Bahía de Cochinos. No es desdeñable tampoco la temática más personal, también tratada en la película, y las dificultades que Edward -y las características de su profesión, entre otras cosas-, tiene con su mujer, la tal vez demasiado exuberante para el papel, Angelina Jolie.

     La última parte es la que me parece menos creíble de todas, en concreto una circunstancia que rodea de manera fundamental el desenlace final, aunque tal vez tenga más verosimilitud de la que yo creo. Me gustaría que los lectores que la hayan visto o la vean en el futuro, comenten si están o no de acuerdo conmigo, siempre con discreción, para no arruinar el final a futuros espectadores.

     Hay que destacar las brillantes actuaciones secundarias de Robert de Niro, que da vida a un general del ejército estadounidense, William Hurt, que llegará a la cumbre de la CIA, John Turturro, en la piel del fiel ayudante de Matt Damon desde la segunda guerra mundial -magnífica escena en la que se conocen-, Alec Baldwin, como agente del FBI, y Michael Gambon, en el papel de un enigmático profesor.

     Robert de Niro, votante del Partido Demócrata, e interesado desde hacía tiempo en temas de política exterior, aumentó su pasión por el mundo del espionaje cuando le presentaron al ex-agente de la CIA, Milton Bearden, que se convertiría en asesor de la película y con el que el amigo Bob recorrió Afganistán, Pakistán y Rusia, lo que le convirtió en un experto en el oscuro mundo de las alcantarillas del Estado. Y no solo no dudó en interpretar el papel del guión de Eric Roth, sino que además, quiso dirigir y producir el film.

     En fin, gran película en mi opinión, bien realizada, con grandes dosis de realismo y, en general rigurosa, con la única pega del final, que suele ser una gran pega pero en este caso menos.

Este artículo está dedicado a nuestro particular Pastor .

"Que ustedes sean lo más felices que puedan".

Lester C. Chamberlain.

    

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