jueves, 2 de febrero de 2012

Vacaciones en un pueblo perdido de la meseta española


Mi última cerveza de las vacaciones. Parece que fue ayer cuando este bar bullía de gritos, conversaciones interminables de temas fundamentales para el mundo, discusiones que no siempre acababan bien, hombres duros preparados para cualquier situación, hermosas mujeres deseosas de encontrar al hombre de su vida, Neil Young sonando de fondo sin parar,... no hace tanto tiempo. Éramos jóvenes deseosos de comernos el mundo y ahora, el tiempo pasa, y no parece que nada cambie, sólo que cada vez el tiempo pasa más rápido.

Siempre vengo un par de semanas al pueblo a descansar. Los años cada vez son más duros y pasan más rápidos. Es una idea que no me puedo quitar de la cabeza.
Apuraré la cerveza y me iré a casa a hacerme la maleta. Como todos los años, saldré del pueblo a toda velocidad, mirando por el espejo retrovisor y deseando volver lo antes posible.
“Profesor!!! Profesor!!” Grité al hombre que acababa de entrar por la puerta del bar. Era el bueno del Sr. Prieto. Profesor de filosofía de la escuela antes de que se trasladara, hace unos años, a un pueblo cercano más grande.
“¡Hombre, mi querido Sr. Andrés Gutiérrez! ¡Cuánto tiempo sin verle! Quizás cinco años. ¿Qué tal ha pasado estos últimos años?” Respondió el profesor, sentándose en la mesa junto a mí con un vaso que parecía contener mistela.
“¡Cinco años!!! ¡No me lo puedo creer!! Es curioso. Justo ahora estaba reflexionando sobre este tema. La velocidad a la que pasan los años de un tiempo a esta parte. Siento que le había visto hace un par de años y ya han pasado cinco. Sería muy interesante encontrar a alguien que me pudiera dar respuesta a este dilema” Estaba absolutamente feliz de estar hablando con el profesor.
“Es un tema muy interesante. Es algo que algunos de nosotros nos planteamos en un momento determinado de nuestras vidas. Si tienes algo de tiempo podría darte algunas teorías al respecto”. Me respondió.
No dudé. “Será un placer. Deme un minuto que con la garganta vacía, se conversa mucho peor”.
El profesor empezó a exponer las teorías:
“Mi joven amigo, hay mucha gente que ha realizado estudios sobre la materia. Si le parece, empezaremos por los estudios más técnicos.
La primera teoría de la que vamos a hablar, la desarrolló Schumann y es conocida como la Resonancia de Schumann. No es fácil de entender para aquellos que no son expertos en la materia, pero intentaré explicar de la manera más práctica posible.
Según los creyentes más estrictos de la influencia de la Resonancia Schumann en nuestras vidas, el cambio que se está produciendo en la frecuencia de la citada resonancia es el responsable de que percibamos el tiempo de una manera más acelerada. La teoría defiende que La Tierra está disminuyendo la velocidad de rotación, lo que está provocando que disminuya  la fuerza del campo magnético y que aumente la frecuencia de resonancia Schumann. Esta es la afinación de nuestras células con el pulso de La Tierra. Esa sensación de que ya no llegamos a todo, de que nos falta tiempo, vendría motivada por nuestra aceleración interna.
Lo sé, lo sé. Es difícil de entender y llegar a comprender si esto es lo que siente usted en este momento, pero hay gente que defiende esta teoría.
Vayamos a la siguiente teoría.
La sensación de que el tiempo individual de cada uno pasa cada vez más rápido viene explicado por el hecho de que el porcentaje que nos queda en este mundo, decrece y decrece inexorablemente desde el momento en el que empezamos a vivir y nos acercamos a nuestro fin.
Quizás lo puedo explicar de una manera más gráfica.
Imagina un reloj de arena. La velocidad de caída de los granos es siempre la misma, tanto al principio cuando está lleno el reloj, como cuando apenas quedan granos. Sin embargo, cuando nos acercamos al final, parece que los granos cogen carrerilla y aceleran su caída.
Esta teoría es más sencilla que la anterior, pero podría tener su lógica”.
“Esta segunda me convence más profesor, pero no me acaba de convencer. ¿Conoce más teorías?”. Esperaba mucho más del profesor. Sabía que era un hombre reflexivo e inteligente y me estaba llevando a su terreno.
“Bueno, planteemos una teoría que me gusta bastante. La teoría de los recuerdos. Esta teoría lo que defiende es que otra vez es el cerebro quien nos engaña midiendo a su manera la "longitud del tiempo". Sin embargo, en este caso, lo mide según el número de recuerdos y experiencias relevantes que guarde para cada periodo de tiempo.
¿Qué quiero decir? Cuando somos niños, todo es nuevo en la vida y, por lo tanto, se guardan muchos recuerdos en el cerebro. Sin embargo a medida que avanza el tiempo, las tareas que realizamos son cada vez más rutinarias y, por lo tanto, para el mismo periodo de tiempo el cerebro guarda menos recuerdos (ya que no aportan cosas nuevas). Por lo tanto conforme pasa el tiempo, cada vez guardamos menos recuerdos y el cerebro nos engaña diciéndonos que los últimos periodos de tiempo han pasado más rápido, demasiado rápido. Por eso usted pensaba que sólo habían pasado dos años desde nuestro último encuentro. Debe hacer cosas más interesantes en su vida, amigo mío”.
“Vaya profesor, esta teoría me ha gustado mucho más. La verdad es que mi vida se ha convertido en lo más rutinaria y monótona, pero me gustaría hacerle una pregunta personal” Era el momento de poner toda la carne en el asador.
“Dispare muchacho, está siendo una conversación muy entretenida”. Me respondió el profesor.
“¿Qué piensa usted realmente?¿Cual es SU teoría?”. Veamos que nos tiene que contar el profesor.
“Bueno, esperaba su pregunta. Y por supuesto responderé encantado. Lo que realmente pienso es que el mundo ha cambiado en los últimos setenta años, y nos ha llevado a una vorágine de hacer demasiadas cosas. Queremos hacer demasiadas cosas. Hacer, hacer, hacer. Parece que charlar tranquilamente, conversar, pensar, como estamos haciendo en este preciso momento, ya no tienen valor. Aún no hemos acabado la universidad ya estamos buscando un trabajo de 12 horas al día para vivir mejor en el futuro. Con un poco de suerte, te enviaran fuera de casa entre semana, dejarás de ver a tus amigos y familia, todo por un futuro mejor. Sólo querrás ganar dinero, para poder consumir todo lo que puedas, no vaya a ser que te pierdas el último lanzamiento de Apple, Sony, o quién sea. Tendrás un hijo, o dos, y, con un poco de suerte, lo verás dormir por las noches. Practicarás deporte al mediodía, o a las 6 de la mañana. Y el fin de semana también. Para tener una salud mejor en el futuro aunque estés durmiendo 5 horas al día durante los últimos 10 años. Trabajarás más para que tu hijo tenga un futuro mejor. Es una rueda que no vemos pero que no tiene fin. El problema de todo esto es que cuando nos queremos dar cuenta, la vida ha pasado. Algunos incluso se van demasiado pronto. Maldita sea, nos hemos olvidado del presente. Nos hemos olvidado de vivir. Siempre pensando en lo que viviré, no en disfrutar al máximo lo que estamos haciendo justo en este preciso instante.
Esa es mi teoría. El mundo va demasiado rápido y en algún momento nos daremos cuenta y lo cambiaremos.”
“Vaya profesor, me ha dejado helado” Comenté sinceramente.
“Si recuerda, hace diez años mucha gente se sorprendió y hablaban de que había perdido la oportunidad de mi vida al decidir quedarme en la escuela pública del pueblo, en vez de entrar en la empresa privada en la ciudad y poder ganar más dinero. Que era muy listo, que podía haber hecho lo que hubiera querido y que sin embargo, seguía en este pueblo sin vida.
Pero es que decidí vivir. Formo a jóvenes con inquietudes. Tengo mi propio huerto y mis animales. Tengo suficientes vacaciones para haberme recorrido el mundo con mi mochila para vivir experiencias que luego plasmo en mis libros. Vivo una vida sencilla y feliz. Los que habéis elegido mal sois vosotros. Por eso yo recuerdo que hace cinco años que nos vimos y no dos, como recordaba usted”. Se desahogo completamente el profesor.
“Tiene toda la razón profesor. Deberíamos darnos cuenta y cambiar. Disfrutar del presente. ¡Vivir!... ¡Vaya! ¡Qué tarde es! Discúlpeme profesor pero me tengo que marchar a hacerme la maleta. Mañana a las seis de la mañana vuelvo a mi casa en la gran ciudad. Me ha encantado su compañía. El año que viene nos volveremos a ver.”
“Cuídese mi joven amigo y piense en lo que le he dicho”. Le oí decir a lo lejos.
Llegué a casa en apenas 5 minutos. Me estaban esperando mi mujer y mis dos hijos. Subía a la habitación a hacerme la maleta porque al día siguiente teníamos que partir pronto.
A las seis de la mañana sonó el despertador. Apenas una hora después ya estábamos toda la familia en el coche camino de nuestra casa. Al día siguiente empezaba un nuevo año en la compañía.
Tengo una reunión importante en casa de un cliente, dónde espero cerrar un acuerdo fundamental para nuestro futuro. Si cierro el acuerdo, conseguiré, prácticamente los objetivos del año y, con él, prácticamente garantizarme un ascenso el año que viene. Ese ascenso me viene estupendamente para cumplir uno de nuestros sueños, mudarnos a una casa en el campo, para disfrutar de la naturaleza. Ya tenemos el plan hecho. Venderé mi casa actual y con sólo un poco más de hipoteca, cumpliré mi sueño. Otro tema que habrá que tener en cuenta es el coche.  Está viejo. 4 años son demasiados para los kilómetros que hago. Un BMW estará bien. Ya lo tengo ahí. Espero conseguirlo...

6 comentarios:

  1. Wow!
    Bravo, bravo....y bravo! Me han encantado estas reflexiones y me ha puesto los pelos de punta el final del relato.
    He disfrutado muchísimo leyéndolo.
    Este mundo va demasiado rápido..paren! que me bajo!

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  2. A mi también me has convencido .... esta tarde me la tomo libre y la dedicé a repasar los vinilos de Neil Young. Por cual empiezo?

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  3. Ese profesor es un sabio.
    Yo también me voy a tomar la tarde libre. Qué coño, la de mañana también!

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  4. Pastor, ese afable profesor pienso que da en la clave: Disfrutar de lo que se está haciendo en cada preciso instante. He de decirle que un amigo me contó, hace ya tiempo, que un profesor que él había tenido le añadió otra clave: Preocuparse por hacer lo mejor posible aquellas cosas en las que podemos intervenir, y no dedicarle ninguna preocupación a las que están fuera de nuestra influencia, ahora bien, no tengo claro que siguiendo estas directrices el tiempo pase más lento, sino más bien todo lo contrario, lo que creo no es del todo malo.
    Por cierto, ya me dirá usted, si es que lo sabe, el nombre del pueblo perdido en la meseta española en el que pinchan Neil Young, yo no he tenido tanta suerte y los que he visitado tenían una programación televisivo-musical tipo: Pasodobles, Camela, Sálvame, Maria Teresa Campos, Radio Marca...

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  5. Hola! me he colado en vuestro blog, me ha gustado mucho esta historia, creo que hay que poner en práctica lo que dice el profesor, disfrutar del presente sin ser exclavos del pasado y menos del futuro que todavía no ha llegado. Aqui y ahora. Salud!

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  6. El Profesor Prieto sólo expone argumentos y teorías orientadas a evitar que la vida pase tan rápido, dentro de que la vida es corta y se esfuma con mucha velocidad.
    Desde luego llevamos modelos de vida que no parecen que estén orientados precisamente a disfrutar de cada momento y a haceer lo que más disfrutamos. Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que oí el término "Carpe Diem" que me ha acompañado desde entonces.
    Hay una buena película (aunque aparece el insufrible Robin Williams) que se llama "El club de los poetas muertos" dónde creo recordar que hacían referencia a este término.
    La verdad es que no he vuelto a ver el film desde su estreno y quizás, la afirmación que he hecho de ser una buena película no se sostendría ahora. Bueno, olvidémonos de esto.
    Carpe Diem!

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