lunes, 23 de enero de 2012

Penalti y gol en Las Gaunas


Siempre me ha dado mucha rabia que se considerase al futbol la antítesis de todo lo que representa el Rock n´Roll. Si uno defiende en la barra de un bar la discografía de Aerosmith y a continuación se desprende en elogios hacia el talento de Maradona, Van Basten o Laudrup, inmediatamente es tachado de "no-auténtico". Por el contrario, citar a John McEnroe, Matts Willander o André Agassi entre cerveza y cerveza mientras esperas el comienzo de un concierto es síntoma de rockero de pro, ya que el tenis siempre ha conjugado de maravilla con los riffs y con las melenas al viento.

Las circunstancias son similares con el baloncesto: ningún seguidor de Soundgarden se llevará las manos a la cabeza si en mitad de una conversación el tema deriva hacia jugadores míticos como Jordan, Larry Bird o Magic Johnson. El basket está bien visto en los circulos rockeros, algo que personalmente jamás entenderé.
De dónde nace pues esa animadversión del público rockero hacia el mundo del balompié? No será, desde luego, por falta de futbolistas con actitud 100% rockera. Para quienes no los conozcáis, o para quienes os apetezca refrescar vuestra memoria con sus heroicidades, aquí va un listado con algunos de mis jugadores predilectos de la historia del deporte rey. Once hombres que podrían haber encajado en Mötley Crüe de haber recibido una guitarra de niños en vez de un balón como regalo de Navidad. Una alineación titular capaz de beber más whiskey, follarse a más groupies y "party all night long" que los miembros de Led Zeppelin.

1- Guti, la tormenta rubia.
"El que no me crea, que se vaya a recoger amapolas al campo"

Ruedas de prensa incendiarias, actitud arrogante propia de una estrella angelina, desplantes continuados a prensa, directiva y entrenadores, vida nocturna excesiva....todo esto y más era Guti. De niño jugaba en campos de tierra de un barrio obrero del extrarradio de Madrid hasta que un ojeador del club blanco vio que aquel flacucho que no dejaba de encararse con los árbitros podría convertirse en un astro del balón. A su genialidad siempre le acompañó un carácter difícil y el escándalo: borracheras, líos de faldas con modelos y travestis del folclore cañí y una relación complicada con su afición.
"Guti, Guti, Guti, maricóoooooon" era el cántico habitual cuando pisaba los céspedes de los campos de Primera División, o cuando cerraba las discotecas de Madrid acompañado de una pilingui en cada brazo. De espiritu rebelde, todos los entrenadores que tuvo lo condenaron al ostracismo por no plegarse jamás a las órdenes tácticas y apostar siempre por el juego de fantasía. Su futbol vertical ofrecía algo distinto y único, pases en profundidad inimaginables fruto de su visión de juego ofensiva, pero muy dado al trote lento cochinero, a la desidia y a la vagancia cuando no le salían las cosas o cuando arrastraba una resaca del quince, domingo sí, domingo no. Para el recuerdo, aquel taconazo-asistencia hacia atrás en Riazor cuando encaraba solo al portero o aquellas imágenes de un Guti totalmente ebrio conduciendo por Estambul a velocidades desaconsejables y encarándose con los papparazzi al grito de "no me grabesssssshh, eh?!" con la mandibula moviéndose en varias direcciones. Un artista incomprendido y uno de mis jugadores favoritos.

2- George Best, el quinto Beatle.
"En 1969 dejé las mujeres y la bebida...y fueron los peores veinte minutos de mi vida"

1970. En la enorme cama de la suite presidencial del hotel más caro de Nueva York, está George Best con la Miss Mundo de turno en sus brazos. Amó a varias de ellas: “tengo carnet de socio”, decía. Acababa de proclamarse Campeón de Europa con el Manchester United y llevaba varios días en una nube etílica. Desde el club intentaban contactar con él para informarle que tenía que volar inmediatamente a Paris a recoger el Balón de Oro, premio al mejor jugador del año. No lo consiguieron. Era habitual que Georgie desapareciese sin dar señales de vida de vez en cuando. Best tuvo que recoger su premio días más tarde, sin prensa ni flashes estallando ante él. Pocos conocían que el dandy nacido en Irlanda se destrozaba el hígado hacía tiempo desde que se levantaba hasta que se acostaba (si es que llegaba a acostarse...). Entre partido y partido y tras las patadas que recibía en los embarrados campos del balompié inglés todos los domingos, Best se embarcaba en unos tour de force de sexo, alcohol y lujo más propios de una rockstar que de un deportista de élite. ”Hace años dije que si me daban a elegir entre marcar un golazo al Liverpool o acostarme con Miss Mundo iba a tener una difícil elección. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer ambas cosas”.
Fue el primer deportista abiertamente canalla, pendenciero y hippy, un hijo claro de los sesenta. Un Jim Morrison del fútbol barbudo y atractivo, de hecho solía decir de sí mismo que "de no ser tan guapo, sería el mejor jugador del mundo".
Tras encumbrarse como estrella absoluta se metió en el negocio de la noche e inauguró dos nightclubs. El soltero de oro del futbol británico seguía dándole al fornicio con la primera que conocía y ahora además empezaba a tener problemas con el juego, lo que le granjeó problemas de deudas con las mafias locales de Manchester. Su afición al alcohol estaba convirtiéndose en un serio problema (su madre también era alcohólica) y estaba desarrollando la funesta manía de fundir todo el dinero que ganaba en Aston Martins. Comenzó a tener problemas con la justicia, peleas en pubs, denuncias por acoso o intento de violación... que su abogado trataba de esconder para no manchar la imagen de ídolo pop que los tabloids ingleses habían creado. Su fin estaba cerca.
Expulsado del United por borrachuzo, inició un periplo por varios clubes segundones e incluso probó suerte en Los Angeles en la Major Soccer League sin pena ni gloria hasta que se retiró. Pasó por la carcel por conducir borracho y robarle el bolso a una viejecita para poder seguir bebiendo (!) y continuó su debacle con apariciones estelares en la TV bebiéndose hasta el agua de los floreros. Arruinado y abandonado por todos, la cirrosis terminó con él en un hospital de Londres en 2005.

3- Paul Gascoigne
"No puedo decir que ya no bebo, pero sí que hoy no he bebido"

Un borracho inglés que se pasaba el dia con el codo sobre las barras de tabernas y pubs trasigando pintas. Su silueta no dibujaba una figura atlética, al contrario, los jugadores rivales se burlaban de su barriga a lo Jerry Garcia para sacarlo de sus casillas. Él solía vengarse usando todo su talento: los humillaba con un caño o una finta que los descolocaba por completo y después se reía en sus caras. Cuando no andaba fino, pasaba directamente a los puños! Ése era Paul Gascoigne.
Fue, y es, uno de los grandes ídolos del futbol inglés, igual de popular que Bobby Charlton o Beckham, gracias a su singular carisma y a sus salidas de tono. Un verdadero personaje capaz de sacar la lengua irrespetuosamente a la cámara mientras el resto de sus compañeros entonan el "God Save the Queen" en los prolegómenos de un partido de Mundial. O cuando encabronado porque el árbitro no le había pitado una falta, le arrebató una tarjeta amarilla del bolsillo y se la mostró al colegiado con el brazo en alto.
El alcoholismo acabó con su carrera deportiva. Entró y salió de varias clínicas de rehabilitación, pero sin éxito. En 2008, tras abandonar el enésimo tratamiento contra el alcohol, fue detenido por la policia cuando protagonizaba una dramática escena en la puerta de un bar. El ex-jugador del Newcastle golpeó insistentemente las puertas de un pub durante media hora, a las 9 de la mañana. Tras intentar abrir con sus propias llaves la puerta del bar y gritar desconsoladamente, trató de romper una ventana para colarse dentro. Finalmente se encendió un cigarro, se encaminó haciendo eses al supermercado más cercano y se desplomó en la sección de licores semi-inconsciente. Paul Gascoigne, señoras y señores, genio y figura.

4- Mágico González
"Correr es de cobardes"

De pequeñito, recuerdo ver "Estudio Estadio" los domingos por la noche y esperar con ansiedad el resumen del Cádiz. En el equipo amarillo jugaba un tipo diferente a todos: Jorge Alberto ‘Mágico’ González. Llegó a España procedente del Club Deportivo FAS de El Salvador. Jugó ocho temporadas en el Cádiz CF, donde se labró a pulso una reputación que lo llevó a ser considerado el mejor jugador de la historia del club y también, sin lugar a dudas, el más crápula. Le gustaba dormir, el whisky y las mujeres sin medida. Tuvo varios hijos reconocidos y más de mil amantes. Fue un jugador anárquico e irregular que jugaba para pasárselo bien. Competividad cero. Dejaba destellos de arte según soplaba el viento.
Las extraordinarias historias de Mágico siguen alumbrando conversaciones de fútbol en las tascas de Cádiz. Allí lo adoran. “La noche me alucina. Además se la recomiendo a todo el mundo. Es un asunto serio. Un arte. Aunque también hay que hacer cosas durante el día”. David Vidal, uno de sus entrenadores en aquella época, consciente de la importancia de un jugador como él para el equipo, lo perseguía por bares y discotecas, y Mágico se escondía en los rincones oscuros con su cubata en la mano hasta que lo perdía de vista. Alguna vez se quedó dormido en la cabina del disc-jockey. Dice Vidal: “Una vez fui a recogerlo a su casa a las cinco de la mañana para llevarlo al aeropuerto de Sevilla. Abrió la puerta rápidamente y me dijo: ‘Cómo que nos vamos si todavía no me he acostado!!!’ “. Cuentan que el Barcelona no lo contrató porque en el hotel de concentración en California donde se producía la reunión para el fichaje lo encontraron en la cama con una limpiadora. En Valladolid jugó una temporada, un año difícil, medio zumbado por la falta de aclimatación. “En Valladolid no me arreglaron ni la acupuntura del chino ni el psicólogo”. Volvió a Cádiz donde se le perdonaba todo.
Era habitual que se quedase durmiendo en la cama, se saltase los entrenamientos o empalmase tres noches de fiesta de Carnavales y chirigotas con un partido de Copa del Rey. En unas semifinales del Trofeo Ramón de Carranza, no se presentó al estadio. De manera que el Cádiz hubo de enfrentarse al siempre temible Barcelona sin su máxima estrella. El rumor se extendió rápido por las gradas: “¿Y Mágico? ¿Dónde está Mágico? Durmiendo la mona, seguro”. Mágico traspasó el vestuario local con paso parsimonioso promediando la primera parte. Se desvistió tranquilo, aquejado de leves ardores en el estómago, se puso su indumentaria de trabajo, bebió un litro de agua de dos tragos y esperó sentado en el banco la llegada de sus compañeros, cruzado de brazos. La 1ª parte acabó con un resultado de 0-3 a favor del Barcelona. El 4-3 final permanecerá en las retinas impresionables de los niños de Cádiz que acudieron aquel día al estadio. Mágico metió dos goles sublimes y dio las otras dos asistencias.

5- Maradona, el barrilete cósmico.
"De qué planeta viniste, para dejar en el camino a tanto inglés?!!"

Unos periodistas deportivos italianos se acercan a la puerta de la mansión del astro argentino en Nápoles. Tocan el timbre. Pretenden obtener una entrevista en exclusiva con el jugador del momento. Nadie contesta. Deciden asomarse a la valla. Desde la ventana de su dormitorio, Diego Armando Maradona dispara a discreción con su escopeta de perdigones hiriendo al cámara y a uno de los reporteros. Esta escena, propia del "Scarface" de De Palma y Pacino, nos demuestra que nos encontramos ante uno de esos personajes "bigger than life", ante una de esas historias scorsesianas de ascenso y decadencia y ante un hombre que nunca renunció a hacer las cosas a su manera.
Diego, el 10, el Pelusa, la Mano de Dios, el Pibe de Oro, no necesita presentación alguna. Me ahorraré ahondar en sus orígenes humildes y en su trayectoria futbolística, de sobra son conocidas sus gestas deportivas.
Su perdición no es ningún secreto: la cocaina. Su relación con el polvo blanco comienza en Barcelona, cuando coincide en el vestuario blaugrana con otro pieza más chalado que él si cabe: Julio Alberto. 1983 y 1984 son los años en los que este par de fiesteros queman noche tras noche todos los lupanares de la ciudad condal a ritmo de farla y cuba-libre. Después recala en Nápoles comenzando un descenso a los infiernos que ni el mismísimo Dante, señores. Rodeado de un séquito como el de Elvis, Maradona se hace el dueño de la ciudad conquistando tanto al aficionado como a la "mamma": es un superjugador y un tipo afable, un chico que ha luchado para llegar a lo más alto y que entiende las miserias de los desfavorecidos. Un héroe del pueblo. En el club celeste, hincha el orgullo de los napolitanos, hasta entonces tratados con desdén por sus vecinos del Norte, ganando dos Scudettos y una UEFA, una cosa de locos, vaya. Quien haya visto jugar a Maradona aquellos años tiene aún que frotarse los ojos para certificar que no fue un sueño. Pero bajo la superficie de éxito, goles, victorias, títulos y Copas del Mundo, el rechoncho de melena rizada sufría una adicción descomunal a la coca. Cuentan que llegaba a los entrenamientos de buena mañana, aparcaba el deportivo, bajaba y sobre el mismísimo capó se hacía la tercera raya del dia. En la cima del mundo, sin nadie alrededor capaz de hacerle entrar en razón, Diego se dejó llevar y comenzó su via crucis particular: altercados con la policia, atropellos a periodistas, insultos en salas de prensa, peleas en túneles de vestuario, semanas enteras sin dormir (!)... Como no podía ser de otra manera, vivir la noche napolitana le llevó a frecuentar amistades poco aconsejables: Diego Armando entabló una relación estrecha con la camorra, hasta tal punto que era habitual que los turistas argentinos que visitaban Nápoles tras la conquista del Mundial 86 como si de una peregrinación a la Meca se tratara y que resultaban asaltados y robados por las esquinas a punta de navaja, acudiesen a la mansión del futbolista a recuperar sus pasaportes antes que pedir ayuda a la embajada criolla. Diego se ocupaba de ellos y en ocasiones una llamada telefónica suya podía hacer recuperar una joya de valor sentimental o ese reloj que el abuelo de la Pampa había guardado con cariño de generación en generación y que había sido sustraido horas antes de forma violenta. Era el puto amo de la ciudad. Un capo reconocido por todos.
Todos sabemos cómo terminó la carrera de Maradona. Cuando sus excesos, escándalos y tren de vida se hicieron públicos, el castillo de naipes se desmoronó y ni el millón de lágrimas que fue derramando de entrevista en entrevista pudo recomponer aquel cuerpo ya gordo, hinchado y deforme. A quién le importa ya...quienes aman el futbol saben que una tarde de verano de 1986 una estrella procedente de un planeta desconocido bajó a la Tierra, marcó un gol con la mano y otro con los sueños de millones de personas, creando casi una nueva religión al igual que Elvis hizo con el Rock n´Roll.

6- Johan Cruyff, el Flaco.
"Tengo la gallina de piel"

El futbolista que creó el futbol moderno tal y como lo entendemos hoy en dia. El Jimi Hendrix del deporte rey. Si Hendrix era capaz de tocar cualquier cosa con su guitarra, Cruyff era capaz de jugar en cualquier posición. Empezaba un partido cualquiera, intrascendental, del montón, pongamos...no sé, la Final de la Copa del Mundo de 1974 entre Holanda y Alemania...de líbero. A los 15 minutos aparecía de volante izquierdo, sorprendía a la defensa rival de mediapunta al filo del descanso y terminaba el encuentro jugando de delantero. Al igual que Hendrix, no sólo era un solista excepcional: componía y creaba las partituras necesarias para que el resto de la banda funcionase como un solo ente. Era mandón y autoritario. Sus gestos altivos y desafiantes, la barbilla alzada, el dedo indice siempre ordenando al compañero dónde enviar el balón, su zancada elegante y el regate corto. En el Ajax, corría el primero al vestuario cuando el árbitro pitaba el final del primer tiempo para que le diese tiempo a fumarse un cigarrillo.
Rebelde, transgresor, revolucionario, innovador, visionario, brillante, imaginativo y sobretodo, defensor de sus ideales. Se cagaba en correr en el campo, que corra el balón. Y así, con esa filosofía, creó el "dream team" en su época de entrenador. El jugador más influyente de todos los tiempos, el más estético y el único capaz de lanzar un penalti no a gol, sino asistiendo a un compañero. Genio! Mi jugador preferido de la historia.

7- Eric Cantoná
“El fútbol es como hacer el amor. Si no puedes aguantar 90 minutos como yo, no ganas”

El carisma hecho futbolista. Potente, rematador, estupendo cabeceador, pero ante todo un hombre rodeado de intriga y misterio que se retiró en lo más alto de su carrera. Jugaba con un aire napoleónico entre la chifladura y el afán de conquista, con las solapas del cuello de la camiseta levantadas, con un aura de auto-suficiencia siempre desafiante. Ídolo de Old Trafford, el marsellés pasará siempre a la historia por la patada voladora de kung-fu que le propinó a un hooligan en mitad de un partido. Al terminar el encuentro, evidentemente se mostró arrepentido: “Pido perdón a todos: al Manchester United, a mis compañeros de equipo, a los fans, a la federación... y también quiero disculparme con la prostituta que compartió mi cama la tarde pasada”.

8- Antonio Cassano, el devorador de pastelitos.
"Cuatro novias en 11 años son muy pocas, así que en compensación he tenido que tener otras aventuras. Digamos 600 o 700 mujeres, una veintena de ellas del mundo del espectáculo"

Con la clase de Del Piero, la definición de Baggio y la visión de Totti, pero con la cabeza de chorlito. Si Antonio Cassano no hubiera dedicado gran parte de su carrera a correr tras las faldas de toda mujer que pasase por sus narices, ni a dejarse ver en todas las fiestas a las que era invitado, ni a pegarse banquetes dignos de la Roma imperial, estaríamos hablando de uno de los más grandes. Pero eso es lo que hace a Cassano diferente y especial. Disfruta haciendo el payaso, no se toma nada en serio y le basta un pase al espacio asombroso o un control orientado magistral para dar su partido por bueno. Si su equipo pierde 3-0 pero él ha conseguido regatear a su marcador en un par de ocasiones, sale sonriendo del campo. Una especie de Steven Adler del balompié: infantil y despreocupado, querido por todos pero tomado en serio por nadie.

9- Garrincha
Periodista: "Una despedida al micrófono..."
Garrincha: "Adiós, micrófono!"

Siempre a la sombra de Pelé, al que odiaba, el veloz Manel da Silva Garrincha, de piernas arqueadas, pies girados hacia dentro, un brazo más largo que otro, rostro enjuto y semblante apesadumbrado, parecía más bien un secundario de una pelicula de la Hammer que un futbolista. Hizo del regate un arte y de su hígado una hepatitis regándolo salvajemente con alcohol. Siempre solo, cabizbajo, tanto en la vida como en el terreno de juego pegado a una banda. Poseedor de un cambio de ritmo brutal y un esprint endiablado, sus acciones siempre parecían tristes y melancólicas. Las bicicletas, los regates con la cintura y sin balón y el centro templadito: así se resume su futbol. Lo otro se resume fácil: alcohólico y mujeriego. Tuvo 14 hijos, uno en Suecia durante el Mundial 54, fruto de una escapada del hotel de concentración de la canarinha. Formó junto a Pelé una dupla letal, con ellos dos juntos en el campo Brasil jamás perdió un encuentro. Pero Garrincha odiaba los focos y la fama, mientras que Pelé pisaba alfombras rojas y rodaba películas con John Huston.
Ya enfermo y arruinado, Garrincha llegó a pedirle a Pelé dinero tragándose su orgullo: "dame unos verdes para subsistir, que tú has ganado muchos". La última vez que se encontraron fue durante los carnavales de Río, en 1980. Pelé estaba en el palco de honor, sentado al lado del presidente y de las altas personalidades del gobierno. El pueblo cantaba y aplaudía. Las carrozas pasaban, en una de ellas iba un hombre flaco, casi amarillo, sudoroso, sentado en una butaca, mirando sin mirar, vestido con el uniforme de Brasil. “Mané, Mané, soy yo, Pelé, Mané, soy yo, Pelé”, gritaba O Rei. La carroza pasó sin que nadie la detuviera, como en cámara lenta, en medio de la samba y la alegría.
Al igual que Phil Lynott con sus letras, Garrincha destilaba con su futbol la nostalgia y la entregaba en dosis pequeñas en forma de regates y carreras pegadas a la linea de cal. Murió en 1983 a los 50 años ahogado en tristeza y alcohol.

10- René "el loco" Houseman
Periodista: ¿Qué tipo de mujer te gusta?
Houseman: La que tengo, Olga, mi esposa.
P: ¿Y sacando a tu esposa?
H: Jessica, mi hija.
P: ¿Y sacando a la familia?
H: TODAS.

Menotti, entrenador de Huracán en los 70, marcaba siempre de cerca al "loco" Houseman. Cuando éste no acudía a los entrenamientos, solía buscarlo en los descampados donde se formaban pachangas y se hacían apuestas, o directamente iba a despertarlo a gritos hasta el dormitorio de su casa. Sus compañeros más de una vez tenían que inflarlo a café y darle varias duchas frías antes de salir al estadio para que recobrara la compostura y el entrenador no estallara en cólera. Hasta tal punto disimulaban sus colegas de equipo las escapadas de Houseman que fue titular una vez estando aún borracho y, según cuenta Angel Cappa, marcó un gol a River sin tenerse casi en pie.
De aspecto desgarbado, bebedor insaciable y amigo de mujeres de vida disoluta, Houseman se ganó un hueco en el corazón de los aficionados al futbol por su simpatía y poca profesionalidad.

11- Julio Alberto, el Nikki Sixx del soccer.
“Yo me drogo en una habitación solo, me meto ahí y hasta que me pudra, me reviente, me da igual tomarme un gramo que tomarme cien, que tomarme quince. Yo ya he tenido tres sobredosis y dos paros cardiacos y he estado en coma. Me da igual."

De todos los nombres mencionados arriba, el más destroyer, el que más excesos cometió y el que más apuró hasta la línea de córner de la vida fue Julio Alberto. Julio Alberto salía una mañana de su casa de Barcelona con un millón de pesetas en el bolsillo y a la hora de comer se le habían acabao. Cocaina, prostitutas, habitaciones de hotel destrozadas, coches estrellados, intentos de suicidio, sobredosis varias, bancarrota absoluta...no se puede caer más bajo de lo que cayó el lateral asturiano del FC Barcelona.
Futbolista aguerrido, de derroche físico y entrega absoluta, jugó también en el Atlético de Madrid y en la Selección española y ganó tanto dinero que asombra que fuera capaz de gastarlo todo en putas, cubatas, coca y cualquier estupefaciente que cayera en sus manos en un tiempo récord.
Jamás olvidaré cuando hace años apareció en directo en los informativos de Antena 3 porque los bomberos habían tenido que personarse en el hotel desde el que pretendía saltar al vacio para terminar con su miserable existencia. Ahí mismo, en el hall del hotel, frente a los periodistas, en un evidente estado espídico fruto de un cocktail de drogas que vete a saber tú, con cortes sangrantes por todo su cuerpo, el bueno de Julio trataba de mantenerse erguido, entrecerrando los párpados para que el foco de la cámara no cegase sus pupilas dilatadas y con tono serio farfullaba a los micrófonos: "no, si ahora mismo cuando me dejen volver a la habitación voy a saltar, si me voy a matar hoy, y si no me dejan...mañana, o pasado, cuando os hayáis quitado de mi vista me quito la vida pero ya! estoy poseido por el demonio". El toque punk que le faltaba a esta lista, la personificación del "No Future" en el futbol, la autodestrucción que encarnaba Sid Vicious.





6 comentarios:

  1. ¿Existe algo distinto, doctor? tiene su John Carlin particular, qué cojones y mejor si cabe.

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  2. Christopher, de haber sabido que escribías así Tony no te hubiera tapado la nariz en aquel coche. Mondo Bruto debería replantearse su plantilla de colaboradores.

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  3. la foto de cabezera deberia estar en las escuelas de futbol como ejemplo de lo que no es un deportista

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    1. Hombre, no se si el término "deportista" se ajusta a alguien como Maradona, pero desde luego el de "futbolista" le viene que ni pintado.
      Yo sí incluiría una foto de Maradona en las escuelas de futbol. Ha sido uno de los más grandes (sino el que más) y es un ejemplo de superación. Otra cosa es que luego su carrera se fuese al garete...

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