jueves, 19 de enero de 2012

EL ÁNGEL ROJO.


¿Qué pensaríais queridos lectores, si os dijera que aún vigente la dictadura franquista, año 1.972, un militante afiliado al sindicato anarquista C.N.T, (Confederación Nacional del Trabajo), y no precisamente de base, ya que tuvo importantes responsabilidades públicas sirviendo al Gobierno de la República durante la Guerra Civil, tras fallecer, fue enterrado permitiéndole a su familia colocar la bandera rojinegra, símbolo anarquista donde los haya, sobre su ataúd, además de que asistieron al sepelio importantes personalidades del Régimen, (utópica circunstancia ésta, en un régimen que intentó con saña hacer desaparecer cualquier vestigio, incluyendo la desaparición física a través del asesinato, de sus oponentes políticos)?


¿Tal vez pensaríais que he ingerido más chupitos de los debidos, de ese licor teutón con sabor a rayos celestiales, y que es la especialidad de la casa de uno de los pocos locales de la ciudad de Valencia, que mantiene viva la llama del más puro y auténtico Rock and Roll?

Pues si pensáis esto os equivocáis, la historia es cierta y ahora me dispongo a contárosla:

Melchor Rodríguez García, nacido en Sevilla, (barrio de Triana), un 30 de mayo de 1.893, debería aparecer además de en la sección del Blog que nos ocupa, en la de cine, ya que su vida hubiera merecido ser llevada a la gran pantalla, el que no lo haya hecho es otra prueba más de la facilidad de olvido de según que sucesos de la Historia de España.

Nada hacía presagiar que nuestro héroe, nacido en el seno de una humilde familia, y que desarrolló ocupaciones tan diversas como calderero o torero, (la enciclopedia taurina "El Cossío" habla de él como un correcto y valeroso diestro que combinó toros y política), llegaría a ser Alcalde de Madrid.
De hecho la aventura política de Melchor comienza a su llegada a Madrid, en 1.921, cuando empieza a trabajar como chapista, afiliándose, casi de inmediato, a la Agrupación Anarquista de la Región Centro, para a continuación, unirse a las filas de la C.N.T. Allí comenzó su lucha en favor de los derechos de los presos, lo que le llevó a prisión en diversas ocasiones durante la Monarquía de Alfonso XIII, y también en período republicano.

Al estallar la Guerra Civil, las organizaciones anarquistas, que apoyaban a la coalición de izquierdas que ganó las elecciones de 1.936, Frente Popular, cooperaron con el gobierno y Melchor fue nombrado delegado especial de prisiones de Madrid, puesto desde el que intentó detener las llamadas sacas, (traslados de reclusos de las cárceles, a lugares aislados cercanos a las ciudades, para allí ser ejecutados), las presiones para que estos crímenes siguieran le obligaron a dimitir.

Nombrado Ministro de Justicia, el también anarquista Joan García Oliver, (4 de noviembre de 1.936), Melchor volvió a su cargo, esta vez con plenos poderes como Delegado General de Prisiones.
Una de las primeras medidas que implantó, fue la creación de una norma según la cual quedaba prohibida la salida de presos de las cárceles entre las 6 de la tarde y las 8 de la mañana.
Es así como consiguió detener las famosas matanzas de Paracuellos, además de la situación de terror que se vivía en los centros, impidiendo personalmente vejaciones y torturas a los presos, eso sí, al precio de enfrentarse con los dirigentes, generalmente comunistas, que abogaban por la táctica de la venganza.

Y fue el 8 de diciembre de 1.936, cuando, si por todo lo anterior, el bueno de Melchor, no se había ganado el derecho a que los niños estudiaran su figura en el colegio, con su heroica actuación se lo ganó definitivamente.

Una concentración de protesta por la llegada de noticias de los crímenes que cometía el bando nacional con los presos republicanos, además de las cuantiosas bajas civiles que ocasionaban los salvajes bombardeos de la aviación fascista, llegó a la prisión de Alcalá, concentración en la que había numerosa gente armada, y de la que en un número de personas nada desdeñable consiguió entrar en el despacho del director, exigiéndole que abrieran las celdas para linchar a los presos.
Melchor Rodríguez acudió a la prisión, pistola en mano ordenó a los funcionarios que se pusieran firmes,(los cuales acobardados habían hecho ya dejación de sus responsabilidades), y les conminó a que defendieran la legalidad y, por lo tanto, la vida de los presos, todo esto jugándose literalmente el pellejo, ya que estaba siendo encañonado por la turba.

Es verdaderamente emocionante reproducir las conversaciones que según testigos de la época se desarrollaron en ese día y lugar:

-MILICIANO ARMADO: ¡Estas ratas fascistas han matado a muchos compañeros y compañeras y van a probar de su propia medicina!

-MELCHOR RODRÍGUEZ: "¡Aquí nadie va a matar a nadie, toda persona tiene derecho a un juicio justo y recordad compañeros: NOSOTROS NO SOMOS COMO ELLOS, así que si queréis llevaros a alguien será por encima de mi cadáver!".
Ante la seguridad y valor esgrimidos los milicianos desistieron y salieron de la prisión.


Fue elegido concejal del Ayuntamiento de Madridy en los últimos días de la guerra ostentó el cargo de Alcalde.

Finalizada la guerra el bando vencedor hizo gala de su "honestidad y honradez", reprimiendo criminalmente a todo ciudadano que, tal vez, hubiera pertenecido al bando republicano, y, por lo tanto, Rodríguez García fue detenido, juzgado en Consejo de Guerra y condenado a 20 años de prisión, de los cuales cumplió 5 tras la recogida por el militar Agustín Muñoz Grandes,(que había sido salvado por Melchor), de miles de firmas de personas a las que había protegido en prisión. (Sí amigos, también había alguna persona de honor en ese bando).

Al salir de la cárcel intentaron "comprarle" a través de un cargo en la organización sindical franquista, Sindicato Vertical, lo que siempre rechazó, fiel a sus ideas siguió siendo libertario y persistió en su militancia clandestina cenetista, lo que le llevó a la cárcel en varias ocasiones, y a una vida de total austeridad.

Murió en 1.972 y, a su entierro, como comentaba al principio del artículo, acudieron personas de diversa ideología, comunistas, anarquistas, falangistas, monárquicos, socialistas..., circunstancia que no llevó a ningún enfrentamiento.

El 7 de julio del 2.009 se inauguró en Alcalá de Henares un Centro de Inserción Social con su nombre, reconociéndole así por fin, aunque sea humildemente, su labor en favor de la resocialización de los reclusos.

Por su defensa del humanitarismo, a la que le llevaba tanto sus ideales anarquistas como su personalidad bondadosa, fueron sus propios enemigos quienes le bautizaron como "El Ángel Rojo". "Se puede morir por las ideas, pero nunca matar por ellas", era una frase que repetía con asiduidad.

Almuzara Ediciones publicó en 2.009 el libro de Alfonso Domingo Álvaro titulado: El ángel rojo: la historia de Melchor Rodríguez, el anarquista que detuvo la represión en el Madrid republicano.

Por cierto, el local al que me he referido en el artículo se llama Rockville, de nada lectores, de nada, el nombre del licor teutón lo averiguáis allí.

Recuerden; "cuídense y que ustedes sean lo más felices que puedan".


Camarada Lester.









4 comentarios:

  1. Brutal, el temple que hay que tener, para comportarse de la manera, en la que lo hizo el bueno de Melchor, el 8 de Diciembre de 1936. Brutal.

    ResponderEliminar
  2. Camarada Lester, no conocía a este señor, así que gracias por lanzar algo de luz sobre su persona.
    Y cómo que ese licor dulzón es impronunciable??? A ver, repite conmigo: Ye-ga-mais-ta (Jägermeisster).

    ResponderEliminar
  3. Tienes razón Doctor..., poca gente actuaría como lo hizo él, pero vaya, parece que, en ocasiones, el ser humano en las peores circunstancias es capaz de sacar lo mejor que lleva dentro.

    Señor Chris, jajaja, que personas tan preparadas como usted, (es políglota y todo), formen parte de la redacción de este blog es algo impagable.
    A ver..., ya-ge-mis-tol, no eso es para fregar, yi-gar-ga-mel, no así tampoco que ese es el malo de los pitufos, bueno otro día me lo enseñas con calma.

    ResponderEliminar
  4. no me gusta que le pusiesen su nombre a un centro, aunque este tenga fines de inserción, pues al compañero Melchor no creo que le agradase la idea, ni como anarquista, ni como persona contraria a los presidios.
    mucha gente se asombra, pero hizo como miembro de la FAI lo que tenía que hacer, y aunque a menor escala hubo otros que siguieron el mismo principio anarquista, y que e s fácil de ver leyendo lo más básico de las ideas libertarias, po poner un ejemplo fácil "la conquista del pan" de Koprotkin, en donde ya se explica que no se asesinara a los vencidos por la revolución, y más bien lo contrario, se les educa para formar parte de la nueva sociedad.

    ResponderEliminar