jueves, 10 de mayo de 2012

Atrapados en el hielo



“Busco voluntarios para un viaje peligroso. Se ofrece: sueldo exiguo, frío intenso y se garantizan largas horas en absoluta oscuridad. Un regreso incierto. Honores y reconocimiento en caso de finalizar el viaje con éxito.”
Con este anuncio el 13 de Enero de 1914, el irlandés Sir Ernest Henry Shackleton quería reclutar voluntarios para emprender una expedición con un único objetivo: Cruzar de costa a costa La Antártida.

Shackleton nació el 15 de febrero de 1874 en Kokee (Irlanda, cerca de Dublín), en una numerosa familia de origen anglo-irlandés. A pesar de no ser mal estudiante y de ser un lector voraz, se aburría tremendamente en el colegio. En aquella época ya comenzó a dar muestras de un carácter fuerte y seguro de sí mismo hasta el extremo, enrolándose a la edad de 16 años en la Marina Mercante inglesa para disgusto de su padre, un humilde médico. En ella demostró habilidad para el mando y para tratar con todo tipo de marinería, lo cual le permitió escalar posiciones en el escalafón, hasta llegar a Tercer Oficial en 1900.
En esos momentos, el interés de los exploradores ingleses y de algunos otros países europeos se centraba en el Antártico y más concretamente en alcanzar el Polo Sur. Se montaban expediciones con ese objetivo, en dos de las cuales participó Ernest, en 1902 y 1907, quedándose en esta última a tan sólo 180 kms. del objetivo, lo más cerca que había estado el hombre hasta aquel momento del Polo Sur. Ernest, antes de regresar, escribió una carta a su mujer donde, entre otras cosas, le decía que: Más vale ser un burro vivo que un león muerto.
En 1911 el noruego Ronald Amundsen alcanzó finalmente el Polo Sur, lo que debería haber supuesto el final a las expediciones antárticas, pero ocurrió todo lo contrario, no hizo más que avivar todavía más el interés por las mismas, lo que permitió a Sir Ernest Shackleton financiar y armar una nueva expedición, la Endurance.
Como Admudsen ya había alcanzado el Polo, a Shackleton se le ocurrió una idea brillante e innovadora: 2 barcos dejarán a sendos grupos de expedicionarios en ambas costas de la Antártida, uno en la que encara Sudamérica, grupo que cruzaría el continente (1.800 millas de viaje), y el otro en la que esperara en Nueva Zelanda para el regreso, con el objetivo de hacer cruzar la Union Jack (la bandera británica) por la Antártida. ¿Sencillo, no?
El interés por la expedición fue tan alto que 5.000 personas contestaron al anuncio que Shackleton publicó en The Times buscando tripulantes… ¡tengamos en cuenta que tan sólo necesitaba 55!! Las crónicas cuentan que durante las entrevistas hizo gala de unos métodos de selección muy excéntricos, destinados a garantizar que la tripulación estaba perfectamente cohesionada, y que todo el mundo sabría hacer de todo un poco… ¡hasta de los médicos se esperaba que supieran fregar la cubierta o cantar para animar al grupo!!
El barco de Shackleton, el Endurance, partió de Inglaterra el 8 de Agosto de 1914. Tras pasar por Buenos Aires llegaron a su última escala antes de zarpar hacia la Antártida, la isla de South Georgia, que con su estación ballenera sería el último refugio donde podrían aprovisionarse y acondicionar la nave. Partieron el 5 de Diciembre de 1914.
Los problemas empezaron en Enero de 1915, cuando el Endurance (que significa “capacidad de resistencia”) quedó atrapado en el hielo invernal a casi 2.000 km de su objetivo. A la vista de que el barco no podría avanzar, Shackleton ordenó hibernar sobre el hielo, a la espera de que la Primavera y el deshielo permitieran continuar avanzando…
Los hombres liberaban sus frustraciones jugando al fútbol sobre las grandes placas heladas. Todo el mundo se divertía hasta que el capitán de la nave, Frank Worsley, se hundió cuando una zona de falso hielo se abrió bajo sus pies, teniendo que ser rescatado. Otro problema que se les presentaba eran las Orcas; cuando detectaban una foca sobre el hielo, buceaban a grandes profundidades y subiendo velozmente rompían la placa, asomaban la cabeza y capturaban la foca, llevándola presa entre las fauces. La expedición halló un agujero que medía 25 pies de diámetro que había sido realizado por una Orca. 
Frank Hurley, el fotógrafo, vivió los momentos más terroríficos de su vida cuando se encontraba con un equipo de perros sobre una placa no demasiado consistente. Seguramente las Orcas divisaron las manchas oscuras de sus cuerpos sobre la blanca superficie; Hurley se estremeció al ver como las ballenas soplaban tras él, mientras iban rompiendo las delgadas capas de hielo como si fueran pañuelos de papel. Aunque corría aterrorizado hacia una zona segura las Orcas vacilaron, seguramente por la extraña imagen que veían sus ojos. Más tarde escribiría "Nunca en mi vida me parecieron unas criaturas más aborrecibles."
Pasados los meses la situación se agravó y, en lugar de quedar el casco liberado, quedó aún más atrapado entre casquetes móviles de hielo. La espera empezó a hacerse dura: Imaginaos a 28 hombres acampados sobre el hielo a la espera de que el barco volviera a quedar libre, sufriendo temperaturas superiores a los -60º bajo cero. Así llegamos al 23 de Octubre de 1915, en que sucede lo impensable: A las 18:45 el Endurance gimió por la presión continua del hielo en el casco, su costado de estribor empezó a doblar peligrosamente, el entablado crujió y las cuadernas de popa partieron; inmediatamente se formó una vía de agua. Shackleton da orden de abandonar definitivamente el barco, se retiran los botes salvavidas y los 28 hombres se preparan para la supervivencia.
El 21 de noviembre de 1915, el Endurance levantó su popa y se hundió bajo el hielo, yendo a descansar al fondo del Mar de Weddell.
Durante los 3 meses posteriores, la expedición se quedó sobre un bloque de hielo atrapados en un campamento al que llaman “patience camp”. El 9 de abril de 1916 el hielo que les sostenía se desintegró hasta tal punto, que se vieron forzados a echar los botes al agua y embarcar en ellos, aprovechando la oportunidad para partir por orden de Shackleton.
Zarpan en los tres botes salvavidas y tras un viaje de 7 días llegan a la inhóspita isla Elephant, batida por incesantes lluvias y vientos, fuera de toda ruta marítima y con escasas fuentes de alimento.
Shackleton toma conciencia de que debe formarse un reducido grupo de hombres que a bordo de una de las barcas emprendan una de las mayores locuras de la historia: Navegar 1.300 km a mar abierto en un bote de 7 metros, en medio de olas gigantes (superiores a 15 metros) y vientos huracanados, hasta la isla de South Georgia. El lunes 24 de abril de 1916, Shackleton con 4 hombres más lanzaron el James Caird al agua cargado con provisiones, vestimentas y lastre. En su libro “South” Shackleton escribiría una vívida narración de lo que fue esta travesía:
“A medianoche estaba en el puente de la barca cuando de repente vi un atisbo de cielo azul hacia el Suroeste. Advertí a los hombres que el cielo se estaba abriendo, y un momento después me di cuenta que lo que había visto no era un claro en el cielo sino la cresta de una enorme ola. Durante mis 26 años de experiencia en el Océano jamás vi una ola tan gigante… grité “For God's sake, hold on! It's got us!" (Algo así como Por Dios! Agarraos! Se nos traga!!). Después vino un momento de suspense que pareció durar horas. Blanca surgió la espuma del mar que se rompía a nuestro alrededor. Sentimos el bote sacudido como un corcho bajo una ola rompiente. Estábamos en el caos del agua torturada; pero de alguna forma el bote consiguió sobrevivir, manteniéndose a flote casi lleno de agua. Achicamos agua con la energía de quien lucha por su vida, arrojando el líquido por la borda con el primer recipiente que pudimos encontrar. Tras diez minutos de trabajo desesperado, sentimos que el bote recuperaba su vida.”
Tras 14 días de vientos de más de 70 km/h y olas de 15 metros de altura, el 10 de Mayo consiguen desembarcar en la isla de South Georgia, no antes de superar peligrosos arrecifes a ambos lados y glaciares que finalizaban en el mar. Desgraciadamente, desembarcaron en la costa opuesta de donde se encontraba la estación ballenera Stromness desde la que partieron un año y medio antes. Para que os hagáis una idea de cómo era aquella isla, tan sólo os diré que nadie se había atrevido a adentrarse en la misma más de 1 km. Pues bien, Shackleton, sabiendo que la salvación de los hombres que había dejado en la isla Elephant era una lucha contra cronómetro, se lanzó, junto con otros 2 hombres, como un poseso a atravesar la isla, caminando, trepando, cruzando glaciares, precipicios, cayendo y arrastrándose durante 36 horas, sin dormir para no morir congelados. Esta hazaña, cruzar la isla, no sería repetida hasta 1955.
Finalmente consiguió llegar hasta la estación ballenera. Sin embargo, sus intentos de regresar a la isla Elephant a rescatar a sus hombres no fueron tan sencillos. Tras dos intentos frustrados, tuvo que recurrir al Gobierno chileno que finalmente autorizó el envío de una nave mercante. En Agosto de 1916 consiguió llegar a la costa de la isla Elephant donde, contra todo pronóstico, pudo finalmente rescatar a los 22 miembros de su tripulación, que habían sobrevivido 105 días en la isla con escasos alimentos.
Ni un solo hombre murió.
Reconocido como un héroe, Shackleton encontró un difícil acomodo en la Inglaterra de la 1era Guerra Mundial. Aunque intentó incorporarse a filas, su delicado estado de salud derivado de sus aventuras en el Polo Sur, le impidieron cumplir su deseo de ir al frente. Aburrido e inadaptado en tierra, fue incapaz de rechazar una nueva oportunidad de enrolarse en una nueva misión: Navegar bordeando toda la Antártida en la Expedición Shackleton- Rowett. Zarparon en 1921. Sin embargo, el corazón de Shackleton había sufrido muchas vicisitudes. En Río de Janeiro tuvo su primer infarto, preludio del que acabaría con su vida en South Georgia el 4 de Enero de 1922, a los 47 años de edad. Por deseo de su viuda, fue enterrado en Grytviken, el principal asentamiento británico en la isla en la que tantos padecimientos había pasado, pero que a la vez le traía tan gratos recuerdos.
La vida de Ernest Shackleton es una vida de leyenda, de uno de esos marinos a la antigua, que en tierra se marean y sólo en el mar están cómodos.
Lo que me atrae de estas historias es el coraje y la audacia de tipos duros y decididos que afrontan las aventuras tomando decisiones arriesgadas y valientes, en el caso de Shackleton, siendo capaz de formar y cohesionar un equipo capaz de aguantar y resistir hasta la extenuación, y que llegado el momento, arriesgó su vida para salvarlos a todos.
Porque... qué es la vida si no un viaje lleno de pruebas y peligros que debemos superar?
Aprendamos de Ernest Shackleton, un hombre admirable. Descanse en Paz.


8 comentarios:

  1. Leer el relato te hace revivir las agonías que debieron sufrir estos hombres. Es algo único la condición humana;esa búsqueda voluntaria del máximo peligro y de aventuras donde jugarse la vida con pocas cartas para sobrevivir.
    Una gran historia, Pastor, que además contradice la vieja frase de que la tradición naval no es más que "Ron, sodomía y látigo".

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  2. Joder que sorpresa!! Ernest Shackleton!! menudo tipo, la verdad es que admiro mucho a este tipo de aventureros, menuda vida la de este explorador, lo que siempre me alucino de ese viaje, fue la capacidad de Shackelton para manetener unidos a sus hombres, menudo pedazo de lider... Yo la verdad es que las aventuritas con la naturaleza no son lo mio, lo mas cerca que suelo estar de la montañas es cuando veo una pelicula de Ford! pero reconozco que el libro es la ostia y sus fotografias espectaculares.

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  3. Desde luego es increíble que no acabaran matándose unos a otros...
    Y luego la capacidad de seguir luchando por su vida. Increíble.
    Algunas de estas historias acaban mal porque en un momento determinado, el líder deja de luchar, ve la oportunidad demasiado imposible y decide no hacer nada.
    En este caso, por muy dificil e improbable que era la alternativa de supervivencia, Ernest la luchaba hasta conseguirla.
    Envidiable!!!

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  4. Las verdad es que yo no admiro a estos tipos en absoluto!!!!

    Para mi una gran aventura es tumbarme en el sofa, abrirme una cerveza y escuchar a John Coltrane!!! Hablar del puto frio ahora que llega el verano me parece innecesario:)))))) De hecho este domingo tengo una gran aventura llena de riesgos: ir a Denia a leer el nuevo libro de Eduardo Mendoza tumbado en la playa y luego comerme una paella.

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  5. Cuidado en la carretera, y ponte cremita en la piel que luego el sol es muy traicionero...
    No sé por qué me vino a la cabeza el Señor Shackleton, pero desde luego es tiempo de playa y rock and roll!!!
    It's Van Halen time!!!

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  6. La aventura de Sir Ernest Shackelton y sus hombres es escalofriante, apasionante, acojonante...inhumana. Cuando pienso en las temperaturas extremas que tuvieron que soportar, alucino. Porque claro, hay que ponerse en situacion! Las ropas que llevaban estos caballeros eran las propias de la epoca, prendas totalmente empapadas pegadas a la piel, que durante la noche no habia manera que se secaran, y la unica posisbilidad de entrar en calor era dormir todos apiñados bajo una barca puesta del reves, para protegerse de los vientos gelidos que atravesaban sus huesos.

    En cuanto a lo de las decisiones que debio tomar Shackelton, una de las mas dificiles de encajar para la tripulacion, fue la de sacrificar a los perros para posterirmente comerselos.

    En fin, me extenderia largo y tendido...

    Bravo Sepherdnight!!!

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  7. Por favor doctor, no te cortes!!!!
    Esta historia es lo suficientemente emocionante como para compartir todos los datos disponibles!!!!
    Estamos a la espera!!

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  8. Me gustó mucho el artículo.

    Pero me gusta aun más si cabe el título...por que parece que os hayais quedado ATRAPADOS EN EL HIELO...es que nadie va a públicar un puto artículo nuevo...

    coño que la gente se engancha y le mola el blog!!...necesitamos mambo!!!

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