jueves, 5 de julio de 2012

ALGUN DIA CONTARÉ HASTA CIEN...

ALGUN DIA CONTARÉ HASTA CIEN...

Mientras trato de acomodarme en una banqueta de esas que giran sobre sí mismas, acerco de nuevo la copa a la camarera. La desobediente muchacha me la rellena con un líquido de un llamativo color con el que no estoy nada familiarizado. Las miro con desaprobación, tanto a la copa como a ella. Con un sutil gesto me invita a desviar la atención a alguien que se está acomodando en una de esas incómodas banquetas que tengo a mi lado. Una voz femenina me pregunta si aceptaría que me invitara a un trago, pero esta vez de lo que yo quiera. Antes de localizar a la dueña de esos dedos tan alargados que están retirando la extraña bebida a un lado, indico a la desobediente camarera que me sirva de nuevo.
Jack Daniel`s. Sin hielo.


Además de unos bonitos dedos alargados, puedo constatar inmediatamente que la chica que tengo a mi lado, goza todavía de una figura de las que dan seguridad a una mujer a partir de cierta edad. Bonitas piernas, bonito culo, bonita cara. Observo detenidamente cada uno de sus gestos. Me recuerda a una de esas mujeres que aparecían en las películas en blanco y negro, en las que un tipo pierde completamente la cabeza por la chica, luego su dinero, y más tarde la vida.

Comienza a sonar de fondo “Hot legs” de The Faces. Quiere que baile con ella. Me niego. Agradezco que no insista. No me gusta bailar. Se levanta y se dirige a la pista, no sin antes constatar con su bonito culo mi prominente erección. Observamos tanto mi erección como yo, sus movimientos. Son un tanto descoordinados. No creo que se deba a la cantidad de alcohol que circula por su sangre en estos momentos, sino que, aunque a la gran mayoría de mujeres les guste bailar, no por ello, todas tienen que hacerlo bien. Creo que a los tipos que hay en el local no les importa demasiado los movimientos de la chica, y no me equivoco si aseguro que cualquiera de los presentes, estamos fantaseando en entrar con ella ahora mismo al lavabo de mujeres. Quizás algún despistado preferiría hacerlo en el de caballeros, lo que sería un error. Incluso en sus mejores fantasías, un tipo debe saber que el lavabo de mujeres es altamente más recomendable a la hora de airear los genitales.

Se acerca a la barra donde dejó su copa hace ya tres canciones y da un largo trago mientras vuelve a comprobar que tengo todo en su sitio. Termina la copa, se da la vuelta, coge mi mano y la mete por debajo de su falda para que compruebe que conserva una mata de pelo de las que hasta hace relativamente pocos años, era tan habitual. Sus dedos alargados constatan la longitud de mi miembro. Una y otra vez. Si insiste mucho más creo que no voy a poder ver cumplida mi fantasía. Ella también se ha percatado. Coge mi mano y nos dirigimos hacia los aseos. Empuja la puerta del lavabo de mujeres y nos metemos dentro. Pasa el pestillo de la puerta, se gira, me baja los pantalones y comienza a analizar minuciosamente mi erección, introduciéndosela para ello en la boca. Enciendo un cigarro... Antes de dar la última calada, me planteo de manera fugaz la posibilidad de avisarle o no, cuando vaya a eyacular. No me da tiempo a tomar una decisión razonada. Escupe, se enjuaga la boca en el lavabo y abandona el aseo, no sin antes pedirme una suma de dinero que encuentro bastante razonable.

Miro alrededor buscando un urinario que lógicamente no encuentro. Me acomodo en la taza del váter mientras enciendo otro cigarro. Se escucha de fondo la voz característica del actual cantante de los ACDC. Reconozco que estar aquí dentro es bastante más acogedor que el resto del garito. Lo suficiente acogedor como para que un tipo como yo pueda tratar de ordenar sus ideas. O por lo menos, intentarlo. La verdad es que estoy cansado. Muy cansado. Pienso cada vez más a menudo en cambiar de aires. Cruzar el charco, y comenzar de nuevo. Pero, sé que no puedo huir de lo que soy. De quien soy. Además, soy consciente de que acabaré haciendo lo mismo en cualquier otro rincón del planeta. Es cuestión de tiempo. Y de dinero. Mucho dinero, por poco trabajo. Eso sí, realizo mi trabajo con la misma precisión que lo hace un cirujano cuando está en la mesa de operaciones intentando salvar la vida a uno de sus pacientes. Aunque, yo me gano la vida quitándosela a otros…

Enciendo otro cigarro, lo apoyo en el lavabo con cuidado para que no resbale, limpio a conciencia la pila, la lleno de agua, meto la cara dentro y cuento hasta diez. Suelo hacerlo a menudo. Me relaja y me despeja, a la vez. En alguna ocasión he tratado de contar un poco más, pero a partir de catorce o quince, deja de gustarme la idea de seguir haciéndolo. Algún día contaré hasta cien…

4 comentarios:

  1. Mezcla en una coctelera un poco de Chandler, otro poco de Bukowski, con un buen chorro de Jack Daniel´s, sin hielo por supuesto, agítalo y te sale un jodido y fenomenal relato del gran Doctor.
    Qué alegría que hayas vuelto a quitarle el caparazón y hayas mojado en tinta tu gran y erecta pluma.

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  2. Cuanto talento desperdiciado en horas de conocimiento del propio cuerpo.
    Deja de levantar diariamente monumentos al onanismo y concentra todos tus esfuerzos en relatar historias cortas de tugurios malolientes.
    Tus fans lo requieren.
    Good to read you again!!!
    P.D.: fan proviene de fanático, los cuales tienen una pasión exacerbada, desmedida y tenaz hacia una causa religiosa, política, o hacia un pasatiempo o hobby

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  3. Cuánto se te ha echado de menos en este blog!
    He devorado con los ojos el relato. Cada vez me gusta más ese hijo de puta, los ambientes por los que se mueve, los personajes que se topan en su camino, la música que suena de fondo en sus aventuras y el ritmo, la elegancia y el sentido del humor con los que las cuentas.
    Espero leerte en breve!

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